
En un negocio cerca de Avenida Laguna Sur (Pudahuel) un padre estaba comprando materiales escolares para sus dos hijas, de 10 y 8 años. La compra sumó alrededor de $2.000, ante lo cual el padre exclamó: “salen más caras que hijo tonto”. Las pequeñas quedaron en silencio, ¿habrán pensado: entonces somos re-tontas? o ¿los hijos inteligentes son más baratos?.
¿Por qué un hijo “tonto” sería caro?, ¿porque genera más gastos?, ¿porque no retribuirá la inversión parental?, o ¿porque cuesta aceptarlos y aceptarse como padres de un hijo así?. Quizá esto último sea lo más costoso, ya que esa aceptación demanda una actitud de acompañamiento responsable y activa. Esto es, ocuparse de proveerle las posibilidades para su desarrollo integral y sentirse orgullosos y satisfechos al hacerlo.
Tonto o tonta, loco o loca, enfermo o enferma, son usados popularmente para referirse a PERSONAS con Diversidad Funcional, quienes pueden presentar alguna deficiencia física, mental, intelectual o sensorial permanente, y que en consecuencia tienen funcionalidades diferentes de acuerdo a sus capacidades.
Ejemplos conocidos de esta diversidad funcional (y no discapacidad o minusvalía) son: Stephen Hawking, un “enfermo” -esclerosis lateral amiotrófica- que se ha convertido en un célebre científico; John Nash, un “loco” –esquizofrenia paranoide- que es un brillante y galardonado matemático; Temple Grandin, una “tonta” –autismo- que es doctora en comportamiento animal; y, Karen Gaffney, otra “tonta” –Síndrome de Down- que es doctora en literatura y la primera mujer, con esta característica, que cruza a nado un lago en Estados Unidos. De seguro, a nuestro alrededor habrá casos anónimos tan valiosos como estos.
Si bien las comparaciones pueden ser injustas, pensemos en lo que cantan los Chancho en Piedra: “no me compares con nadie, el único que te acepto soy yo hace algunos años, para saber si estoy creciendo”, para preguntarnos: ¿y yo, que soy “normal”, qué he hecho por mi y/o por los demás?, ¿he ocupado y aprovechado mis talentos?, ¿en qué he gastado mi tiempo?, ¿dónde he estado?, ¿cuánto me he superado?.
Quizás ha estado ignorando su potencial, quizá le da miedo usarlo (teme el éxito), quizá no sabe cómo usarlo, quizá se haya resignado a “lo que la vida da”, quizá se haya acostumbrado a ser mediocre…y mira desde la otra vereda como otro/as avanzan, suspirando y creyendo que es cuestión de suerte.
¿Será obra del azar que una persona con diversidad funcional triunfe, considerando los prejuicios y desventajas sociales, entre muchos otros obstáculos?, me parece que no, sino que será producto de su esfuerzo y perseverancia –y la de su red de apoyo-, de su levantarse tras cada caída, la de obviar los “no puedo”, “soy incapaz”, “jamás lo lograré”, “siempre seré así”, etc. y la de no escuchar: ¿crees que lo lograrás, si es tan difícil?, ¿qué harás si no funciona?, ¿para qué vas a intentarlo?, quédate con lo seguro que tienes, recuerda que hay crisis mundial ¿cómo se te ocurre estudiar?, ¿serás capaz de terminar?, a nadie le ha resultado…y mil frases más que instalan la idea de fracaso…
Cuando tengan unos minutos disponibles, vean en youtube el video de una TRIUNFADORA, Carly Freischmann: http://www.youtube.com/watch?v=NYfgxQRb7Sw
Marcia Bravo C./ Psicóloga Clínica/e-mail: psicologa.pudahuel@gmail.com ; Fono: 747 9660