En el corazón de la Región Metropolitana late el Distrito 8, integrado por comunas emblemáticas como Pudahuel, Cerrillos, Maipú, Estación Central, Quilicura, Colina, Lampa y Tiltil.
Barrios donde la vida no es de cartón piedra ni de sets televisivos. Aquí se madruga para salir a trabajar, se enfrentan calles donde la delincuencia no da tregua, se sufren las listas de espera en salud y se espera —cada año— que, al fin, la vivienda digna sea una realidad.
Sin embargo, pareciera que para algunos —los que dicen representarnos— estas problemáticas son invisibles.
Lo que sí parece importarles es el escaño, el poder y seguir en la foto, aunque para eso deban cambiar de camiseta o aprovechar su fama televisiva.
Rubén Oyarzo: del Partido de la Gente al Partido Radical… pero siempre lejos del pueblo.
Hace unos días fuimos testigos de cómo el actual diputado de nuestro distrito juró como flamante militante del Partido Radical. Su principal motivación: “asegurar su reelección”.
¿Y la seguridad de nuestros barrios?
¿Y el apoyo a nuestros emprendedores?
¿Y las familias que no logran acceder a soluciones habitacionales dignas?
Nada de eso fue prioridad en su discurso. Lo que importaba era seguir en el Congreso. Cambió de partido como quien cambia de chaqueta según sople el viento político. Eso, estimados vecinos, es usar la política para servirse y no para servir.
Y no nos engañemos: Oyarzo no es el único ejemplo.
La verdad es que votar nuevamente por cualquiera de los actuales diputados es seguir en lo mismo.
Muchos llevan años en sus cargos, han prometido cambios profundos… pero nuestras comunas siguen igual o peor.
La delincuencia sigue sin control.
Las listas de espera en salud son eternas.
El acceso a la vivienda sigue siendo un sueño para miles.
Y los parlamentarios brillan por su ausencia en terreno.
Elegir a los mismos es asegurar que todo siga igual.
La renovación debe ser real, no de nombres ni de colores políticos. Debe ser de ideas, de trabajo, de convicciones y de presencia en la vida real de nuestras comunas.
Juan Carlos “Pollo” Valdivia: de animador a aspirante a diputado.
Como si no bastara, ahora se suma el conocido animador de televisión, respaldado por la Democracia Cristiana, quien quiere ser nuestro diputado.
Claro, tiene pantalla, tiene carisma, tiene llegada… pero, ¿tiene conocimiento real de la vida en nuestras comunas?
¿Lo han visto alguna vez caminando por La Farfana en Maipú, donde las familias luchan día a día contra la delincuencia?
¿O en Villa El Comendador de Quilicura, donde el transporte público es insuficiente y los servicios municipales no dan abasto?
Lo que se juega en el Congreso no es un programa de concursos ni un reality. Se legisla para transformar vidas.
Y hacer leyes no se trata de sonreír a la cámara o ganar aplausos, sino de estudio, trabajo serio, compromiso territorial y verdadera vocación pública.
Distrito 8 exige respeto, no marketing político.
Nuestros vecinos están cansados de ser tratados como votos fáciles.
Se acabó el tiempo de los candidatos de ocasión que aparecen en campaña y desaparecen el resto del tiempo.
Hoy más que nunca, como vecinos, debemos exigir representantes que conozcan nuestro territorio, que entiendan el dolor del trabajador, de la mujer jefa de hogar, del emprendedor que busca salir adelante y del joven que necesita oportunidades.
Desde mi rol como abogado, comunicador social, profesor de Karate-Do y, sobre todo, vecino de Pudahuel, mantengo intacto mi compromiso social con nuestra gente y nuestros barrios.
Creo firmemente que el cambio en el Distrito 8 no vendrá de los de siempre, ni de quienes buscan un cupo para mantenerse.
Vendrá de personas comprometidas con el territorio, que entiendan que la política es para transformar, no para acomodarse.
El desafío es grande. Pero en nuestras manos está exigir y construir una nueva etapa para nuestras comunas.
Por: Ignacio Enrique Alarcón Benavides – Abogado – Comunicador Social y Vecino de Pudahuel.