En febrero de este año fue el primer llamado de atención. La llegada de Carabineros a la sede de la Cooperativa de Servicios habitacionales “Heriberto Caña, ubicada en calle teniente Cobo, alertó a los alumnos de Zumba, que tres veces a la semana destinan una hora para hacer realizar su clase. Actividad que al parecer no tiene contento a algunos vecinos, quienes alegan por ruidos molestos.
Matías Navarrete, instructor de Zumba, conversó con diario Tropezón sobre el tema, aclarando que la vecina hace algunos meses declaró la guerra por ruidos molestos, donde incluso en varias oportunidades ha intervenido con Carabineros.
“Es con una sola persona que tiene santos en la corte, y nos ha mandado a Carabineros una y otra vez, sabiendo que este es un ejercicio de una sola Hora. Las niñas han expresado su molestia porque este solamente es un deporte. Esta vecina incluso, vino a parar una clase, lo cual lo encuentro desubicado”, dijo.
Además el profesor agregó que “a ella le molesta el ruido, pero no sólo no reclama a nosotros, también le molesta cuando juegan a la pelota, los asados, las fiestas, le molesta todo. Incluso, hace un tiempo puso una cámara fuera de su casa apuntando a nosotros”.
Susana, la persona molesta por los ruidos emitidos durante cada clase, aclaró que no está en contra de la Zumba, sino que del horario en el cual se realiza la actividad. “Vivo con dos personas adulto mayor, que están en tratamiento médico, y no estamos en contra de lo que hacen, sino que hay que acomodar el horario y los ruidos molestos que ellos ocasionan”, agregando que los entrenamientos son de 22:30 hasta las 24:00 horas.
“Es como una fiesta, ya que hacen mucha bulla, y gritan mucho. Además siento que merecemos respeto. Hemos sido agredidos por estas personas, insultados y amenazados. Incluso, hicieron tira una cámara y rompieron vidrios de un ventanal de mi casa, es por eso que puse una denuncia en la fiscalía que ya ratifique en contra de todos aquellos que resulten responsables”, aseguró la vecina.
Cabe señalar que el tema llegó hasta el municipio donde fueron a medir los decibeles de sonidos de la clase, cuyos resultados aún no son entregados.
Por Cristián Núñez
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