
Algunos dicen que la identidad de un país la genera su gente, desde la forma en que se visten hasta como se expresan. Es por lo anterior que en estos días ha llamado la atención lo americanizados que estamos como sociedad, ya sea en tradiciones como Halloween o la misma Navidad, pero por sobre todo, en algo más grave aún: el lenguaje.
Por algún motivo sociológico el hablar con palabras ‘gringas’ nos da estatus. Ciber monday, BLack friday, Gay parade, o palabras tan simple como hello, sorry, welcome, home, relax, cool y un tremendo etcétera, han invadido la lengua de Cervantes.
Esta invasión americana también la vemos en cosas tan simples como la comida. Para ello habría que mencionar, sin lugar a dudas, al gigante McDonald’s, quienes con sus millones de dólares invertidos en publicidad nos han impuesto un sistema de alimentación rápido y poco saludable. ¿Quién alguna vez no ha caído en manos de un Mc Combo? Prácticamente nadie. Y es que el problema no está en consumir o no estos ‘alimentos’, el tema es la identidad que perdemos al hacerlo. Nuestra comida es admirada en todo el mundo, menos en Chile. Aquí si nos comemos un plato de porotos somos ‘guachacas’, en cambio si nos comemos una hamburguesa o una pizza somos cool. Debemos aprender a valorar lo nuestro y a construir una cultura con sabor a chicha y empaná.
Pero esto tiene un origen mayor, el cual tiene que ver con el uso de las redes sociales. Los jóvenes principalmente se están acostumbrando a escribir en 140 caracteres, lo cual no les permite desarrollar ideas y argumentos, afectando claramente su desarrollo intelectual. Hoy los ’emoticones’ son el lenguaje más utilizado. Una simple imagen es la respuesta que se entrega en en estos tiempos. Todo es desechable, todo es simple, todo es reemplazable y así es poco lo que se puede hacer. En la actualidad se habla mucho de desarrollo económico, pero poco del social y espiritual, siendo evidente la involución en la que estamos inmersos.
Recuerdo muy bien el caso de los 33 mineros. Un 5 de agosto de 2010 y la mina San José cedió. 688 metros de profundidad marcaron la vida de los hombres que, fuera de lo que muchos pensaron, se encontraban vivos. El gobierno de Sebastián Piñera, tuvo que dar su máximo para rescatarlos, utilizando todos los recursos tanto técnicos como humanos disponibles. La operación estuvo a cargo del ministro de Minería, Laurence Golborne, quien logró, gracias a un gran equipo, rescatar desde el fondo de la tierra a éstos 33 hombres de trabajo. Fuimos ejemplo a nivel mundial y, a pesar de recibir ayuda extranjera, el mérito fue nuestro. ¿Saben cómo se reconoce dicha operación? <<The Chilean way>>. ¿Por qué no llamarle “A la chilena”? ¿Acaso no suena tan rimbombante? Es probable. Lo cierto es que hasta en detalles de ese tipo se puede ver cómo la cultura americana nos ha invadido. Estamos adquiriendo lo peor de afuera y no nos queremos dar cuenta.
Curioso resulta ver a un niño vestido de rapero por las calles de Santiago escuchando música en inglés cuando nunca ha visitado Estados Unidos. De la misma forma resulta curioso ver como jóvenes ensucian las calles con graffitis si ni siquiera saben de dónde proviene esa costumbre. Claro, me dirán que tiene que ver con la globalización y tienen razón en cierta medida, pero el problema es más complejo, viene de la poca cultura cívica que tenemos, de lo poco que se nos enseña a querer lo nuestro. Solo piensen en cuál sería la reacción de un santiaguino si viera a una persona ir a clases vestido de huaso. Probablemente pensaría que está loco. Bueno, ¿por qué cuando ve a un rapero no piensa lo mismo? Porque nos han impuesto estereotipos, modelos a seguir y, lamentablemente, estamos cayendo como moscas en la sopa.
¿Cómo cambiarlo? Defendiendo lo nuestro, valorando lo que tenemos y potenciándolo como corresponde. No puede ser que prime la cultura de la zapatillas más cara; no puede ser que sintamos vergüenza al decir que en nuestras vacaciones decidimos viajar dentro de nuestro propio país. Algunos gastan lo que no tienen solo por decir que estuvieron fuera de Chile y así mostrar fotos del extranjero a sus amigos a través de las redes sociales, sin darse cuenta de la maravilla de país que tenemos, desde el desierto hasta el territorio antártico. Cualquiera se quisiera la flora y fauna nuestra, pero no, nuestro aire aspiracional nos hace sentirnos superiores solo por mostrar algo del extranjero.
El llamado es a cuidar el lenguaje, a proteger nuestras tradiciones y a respetar a nuestros artistas. Nuestras costumbres debemos aplicarlas todo el año y sólo los septiembre. Hagamos valer el dicho popular que dice “si es chileno, es bueno”.
Imagen portada: http://mundohispanico.com
Por Manuel García (estudiante de periodismo)