Poco a poco, sin darse cuenta, van cargando sobre sus espaldas una cantidad de kilos que excede a la que realmente deberían llevar. La cual no debe superar el 15% de su peso, de lo contrario poco a poco irá provocando problemas físicos en el niño.
La prisa diaria, lleva a los niños a cargar de formar apresurada sus mochilas, sin percibir el peligro que acecha a su delicada estructura ósea. La experiencia de los docentes, seguramente la mejor medicina, aconseja que los padres estén vigilantes cada día a lo que el alumno va depositando en su maleta escolar, haciéndolo la noche anterior y no en la mañana, ya que al llegar a clase nos encontramos con que lleva algunos implementos de lectura que debería haber dejado en la casa. No ha mirado su horario y lleva libros de asignaturas que no dará ese día, y así, una innumerable relación de pequeños detalles que con la revisión diaria de los padres, podrían ir desapareciendo, y con ellos, el peligro muchas veces irreparable que podría llegar a causar esta causa.
Una buena relación entre padres y profesores, y una mayor información sobre este tema, evitaría un problema de salud a futuro de esos escolares.
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