Política y gobernanza para el desarrollo: Arte, ciencia e industria

Política y gobernanza para el desarrollo: Arte, ciencia e industria
Omar Villanueva Olmedo

Acerca de la política vista como industria es negocio en un mercado nacional competitivo y una vía para ser un país económicamente desarrollado

Parte I.- El Negocio Presidencial: los productos-servicios y los consumidores de la industria.

La campaña presidencial reciente, según lo observado, se asemeja a un mercado competitivo, donde los clientes son los votantes y donde los candidatos serían los productos (servicios) de este mercado. En la primera vuelta se presentaron 8 diferentes productos en competencia y se suponía que habría algo más de seis millones de consumidores potenciales, de un total de más de 14 millones registrados.

En este caso los estudios y sondeos de mercado daban unas preferencias que sorprendieron a la mayoría de clientes y operadores de los negocios de esta industria cuando se supieron los resultados de la venta o de la compra. Y esto ocurrió simplemente porque ni los encuestadores ni los encuestados podían anticipar con certeza los resultados futuros, dado que el futuro es siempre incierto y como hemos señalado en notas anteriores: el encuestado nunca sabrá lo que no puede saber hasta que ocurra el resultado efectivo de la compra.

Algunos resultados fueron: (1) en la primera vuelta  los productos más vendidos fueron los de  izquierda con el 55,43% de los compradores, contra el 44% de clientela que compró derechas; (2) con estos resultados el Gobierno y los otros emprendedores del negocio de izquierdas deben haber sentido que podían  tener asegurados más del 50% de los compradores en la segunda vuelta (3) pero que había que hacer una campaña publicitaria en favor de su producto y una, muy fuerte en contra del producto de derechas,  (4) los líderes de esta campaña también fueron “productos de negocios” que quedaron rechazados en la primera vuelta presidencial y (5) como resultado final de la segunda vuelta: el producto de derechas lo compró más del 55% de los consumidores, sin considerar los que se abstuvieron de consumir y no votaron.

O sea, aproximadamente unos 300 mil compradores no escucharon, no entendió, o no se dio por enterado de la campaña publicitaria y comunicacional que indicaba que no había que comprar derechas, cuando en su primera decisión habían comprado izquierdas y tal vez otros 300 mil compradores que no hicieron adquisiciones en la primera vuelta también compraron derechas en la segunda, porque los movió el mensaje de la campaña publicitaria en contra de su producto favorito.

Y, por lo tanto, los ideólogos y expertos de esa campaña sobre valoraron sus argumentos y apelaciones y hasta ahora no se conoce alguna auditoría, que explique seriamente: ¿Por qué los consumidores cambiaron tan drásticamente su conducta de consumidor desde su decisión de compra inicial en primera vuelta? y ¿Por qué se incorporaron compradores de segunda vuelta?

En mercados competitivos de esta naturaleza se pueden constatar algunos hechos y no menores:

(1) La balanza final, esta vez, se inclinó hacia el negocio contrario al del régimen vigente. ¿Si hubiera ganado izquierdas se habría inclinado el país hacia ese extremo, imitando tiempos pretéritos? (2) En la primera elección hubo consumidores que adquirieron votos para representantes de izquierdas y que luego, en la segunda vuelta, cambiaron de dirección hacia derechas. ¿Estarán conscientes de lo que vale el poder de compra de aquellos miembros que no fueron “respaldados” en la segunda votación? ¿Es necesaria una buena explicación sobre la conducta desleal de consumo frente a estos productos-servicios?

No es extraño hablar de “negocio” en política cuando a esta palabra se la define como “la negación del ocio” y que en lenguaje de empresa se les da a las actividades que generan ingresos monetarios, que incurren en costos para generarlos y en los que se espera que haya un margen positivo (lucro). En este caso los ingresos han sido proporcionados por privados más los montos que se pagan todos los ciudadanos por voto o compra recibida y los gastos son los necesarios para producir los ingresos.

Este mercado de elecciones se debiera abrir nuevamente en los años 2020 y 2021, por lo cual hay tiempo para preparar los productos-servicios, las encuestas, las estrategias, los planes y los recursos y una serie de otras actividades que resumidas en un Programa sean atractivas a los consumidores.

 ?Por: Omar Villanueva Olmedo Director OLIBAR (*) Lic. Ing. Universidad de Chile