Solemne apertura del proceso de beatificación de obispo Enrique Alvear

Pudahuel Santiago de Chile, el pasado 9 de marzo 2012, se abre el proceso de beatificación y canonización del obispo Enrique Alvear Urrutia, cuyos restos se encuentran sepultados desde el 13 de abril del 2008 en la parroquia San Luis Beltrán, ubicada en Avenida San Pablo 8971 en Pudahuel, hasta donde fueron trasladado desde el Santuario de Lourdes, en donde fue sepultado el 29 de abril de 1982.

Al acto asistieron autoridades eclesiásticas, entre ellas Monseñor Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago; monseñor Héctor Gallardo, Vicario General de Pastoral; numerosos sacerdotes, religiosas; miembros del tribunal arquidiocesano que verá esta causa, integrantes de la Fundación Enrique Alvear y familiares de quien fuera Obispo Auxiliar y Vicario de la Zona Oeste de Santiago y hoy candidato a beatificación, primero, y luego a la canonización.

Al comenzar la ceremonia, monseñor Ezzati expresó la alegría de la Iglesia en Santiago de iniciar este proceso, y dijo cuando los cristianos buscan vivir en el camino evangélico de Jesucristo “sabemos que ese camino es una gracia, porque la fe es un don, pero también sabemos que ese don se convierte en una tarea, en una respuesta”. Señaló que siendo provincial salesiano lo conoció y compartió con Don Enrique cuando se desempeñó como vicario de la Zona Oeste. “He podido percibir su gran humildad, su cercanía de pastor, su generosidad, su espíritu de fe, su sencillez, su estilo austero de vida. Un hombre realmente de Dios”.

Posteriormente, el Arzobispo de Santiago tomó juramento a los miembros del tribunal que llevará adelante esta causa y que está integrado por el padre Jaime Correa Castelblanco, s. j., delegado episcopal; padre Fernando Tapia Morales, postulador de la causa; Marcela Arriaza Morales, notaria actuaria, y el abogado Jorge Ortíz Cantwell, notario adjunto.

El postulador de esta causa, es el  padre Fernando Tapia, explica “todos los bautizados estamos llamados a la santidad. Depende de cada uno si responde a este llamado y pone los medios que ofrece la Iglesia. Uno no se hace santo sino que deja que Dios lo santifique”. Precisa que “hay personas en que esta identificación con Jesucristo es cada vez más evidente y se va creando alrededor de esa persona, aun en vida, una fama de santidad. En algunos casos esta fama es reconocida oficialmente por la Iglesia y la persona es declarada beata o bienaventurada y después santa”.

Respecto de los testimonios de la santidad de vida del obispo Alvear, el padre Tapia recuerda su “radicalidad evangélica a lo largo de toda su vida como sacerdote y obispo; su profundo espíritu y práctica prolongada cada día en la oración y su preocupación para confrontar su vida personal y ministerio pastoral con la Palabra de Dios, para aplicarse a su voluntad con disponibilidad abierta y generosa”.

El abogado Oscar Alvear, sobrino de Don Enrique se mostró “muy emocionado y lleno de gratitud” por la ceremonia de inicio del proceso de beatificación del “obispo de los pobres”. Agregó que su tío era un hombre “transparente, cercano, misericordioso, pero también alegre. Afirmó estar “convencido de que el tío fue un santo, por su persona, por su perfil, por sus rasgos personales que reflejaron hondamente la misericordia de Dios”

Por su parte, María Olivia Videla, integrante del instituto secular que monseñor Alvear acompañó desde los años 60 hasta su muerte, señaló que “para mí siempre ha sido un hombre santo, bueno, realmente un pastor, cercano a la gente, un hombre tremendamente eclesial. Es quien me ha mostrado más de cerca a Jesús, el hombre más parecido a Jesús”.

Este tribunal tendrá en adelante la misión de investigar la vida del candidato a beato y reunir el máximo de antecedentes acerca de su testimonio cristiano que permitan acreditar su santidad de vida. A partir de esta solemne ceremonia, a monseñor Enrique Alvear se le podrá nombrar como “Siervo de Dios”, la primera de las etapas camino a hacia los altares. Luego, si las investigaciones sobre su vida comprueban virtudes heroicas en su testimonio cristiano, pasará a ser “Venerable”, y si más adelante le comprueban un milagro, entre otros requisitos, podrá ser declarado “Beato” o “Bienaventurado”. Finalmente, para su canonización, declaración como “Santo”, se deberá acreditar un segundo milagro.

El obispo Enrique Alvear Urrutia, fue ordenado sacerdote el 29 de setiembre de 1941 por monseñor José María Caro, Arzobispo de Santiago, quien le asignó sucesivas responsabilidades como profesor, director espiritual y pro-rector del Seminario Menor. También fue director espiritual del Seminario Mayor.

Fuente DOP:  www.iglesiadesantiago.cl